“Sigue habiendo una mayoría de directores varones”
La fiebre, Pequeña Pamela, El hecho, En la huerta: son tan solo una serie de títulos que muestran la importancia de Mariana Chaud como actriz, dramaturga y autora. Ahora, la segunda obra de la filósofa y escritora Tamara Tenenbaum que hacen juntas, Las Moiras, pone en ese universo en un rincón poderoso, capaz de atomizar inquietudes de ambas, y generar desde un primer paso, el grotesco, una de las obras más interesantes del 2023 (que cruza la leyenda judía del Dybbuk, la mitología griega y hasta el universo improbable en esa ecuación que viene siendo Tinder). La pieza se puede ver los lunes a las 21 y los sábado a las 20 Guevara 326. Pero además, acaba de pasar por Cannes siendo parte de la nueva película de Rodrigo Moreno, que integró la sección Una cierta mirada, y que cuenta también con nombres como Laura Paredes, Iair Said, y protagonistas como Esteban Bigliardi (también coguionista), Jorge Salcedo y Margarita Molfino. Pero Las Moiras es el tema de su diálogo con PERFIL.
—¿Qué sentís define, delimita o refunda la mirada de Tamara Tenenbaum a la hora del universo que representa?
—La mirada de Tamara siempre es muy particular porque no hace crítica social ni archivo sino que vuelve a pensar cuestiones centrales de una tradición muy rica, de vanguardia, pero también algo olvidada. Recupera, reinventa y dialoga con el pasado para volver a pensar el presente. No lo hace desde un lugar cínico sino amoroso.
—¿Cómo definirías la esencia de lo que quisiste lograr con “Las Moiras” como directora? ¿Cómo fue el proceso creativo en conjunto?
—Cuando leí el texto de la obra por primera vez, me encantó el universo de estas tres mujeres encerradas charlando y chusmeando… ese cruce de tradiciones entre las moiras griegas y las judías casamenteras. Pensé “¿cómo se cuenta esto?”. Fuimos armando con las actrices esta dinámica de escucharse, pisarse, comentar, meter bocadillos y pequeñas acciones casi como una partitura de lo cotidiano. Las tres actrices que interpretan a las moiras son súper precisas y detallistas, además de ser geniales (Analía Couceyro, Luciana Mastromauro y Flor Piterman). Esta primera parte de la obra es en su lenguaje tanto espacial como actoral íntima y algo encerrada. A partir de la entrada de Mushki (Fiamma Carranza) este lenguaje cambia. Cuando llega se pone incómodo porque ese espíritu conservador de las tres se ve amenazado con su mera presencia. Y luego con la aparición del Dybbuk, todo cambia radicalmente y vira hacia un lugar más fantástico que se contrapone totalmente con esa cotidianidad íntima de las casamenteras
—¿Cómo ves la actualidad del teatro en Argentina a la hora de pensar en su variedad, sus nombres y su potencial a la hora de los títulos?
—Me gustaría ver más cosas de las que veo porque hay de todo, la oferta es muy grande y es difícil estar al día con lo que pasa en los diferentes circuitos. Lo que puedo decir es que en los lugares de mayor exposición y circulación de dinero sigue habiendo una mayoría de directores varones. La diferencia es enorme incluso peor que en otros momentos. Y tenemos dramaturgas y directoras excelentes, pero por algún motivo no nos incluyen.
—¿Qué es lo que define tu mirada como narradora? Hablo tanto de tu base, la más pura, la más lúdica, la chispa, a aquello que sentís es tu forma de ver y contar.
—Como diría Kung Fu Panda: “No hay un ingrediente secreto”. Creo que cada material tiene su propia dinámica y pide algo diferente, mi trabajo como directora consiste en ir descubriendo cuál es y hacerlo andar. entiendo que tiene que ver con lo vincular: eso que se genera entre dos o más personas (aun cuando haya una sola arriba del escenario) por eso es clave elegir al elenco y al equipo, generar confianza y leer lo que sucede en ese intercambio.
El humor siempre
—Hablas siempre del humor ¿cuál es tu vínculo con el humor en tu medio y qué sentís implica esa presencia?
—A veces la comedia es tomada como un género menor, como si fuera una herramienta para el entretenimiento. Yo creo que no se puede subestimar el humor y creo también que esa dicotomía es falsa o que se usa con un criterio de venta y no artístico. para mí la risa es lucidez y bacanal. Para mi el humor es todo, es imposible pensar crear sin su presencia. Acá nos divertía mucho la dinámica de las tres mujeres encerradas.
—¿Cómo se crea una obra como “Las Moiras”, que es intensa en sus vetas grotescas pero también es mucho más?
—El trabajo es por capas. ir haciendo consciente el trabajo de a partes y luego sumando otras. y (un poco volviendo a las preguntas anteriores) hay algo del orden del misterio, que está bueno no clasificar para que no quede estanco y para que siga habiendo descubrimiento ya que en el teatro con la repetición sino puede volverse anquilosado. La idea de la obra es meterse en un universo sin cuestionarlo. Hay una idea de la convivencia social, de los círculos cerrados para moverse. Y me gustó que la propuesta viniera de la compañía Teatro Futuro y de la mano de Carolina Castro. Me gustó poder dedicarme más a la idea de dirigir. Acá, las moiras casamenteras, trayendo lo ancestral a lo cotidiano, fue algo que me fascinó”.
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Fuente: Perfil