Lucía Puenzo estrena en Argentina su última serie y prepara el rodaje de otra para Apple

Su apellido es sinónimo de cine; sobre todo en Argentina. Lucía Puenzo es hija de Luis Puenzo, y tanto ella como sus otros tres hermanos –Nicolás, Esteban y Sebastián–, se mueven profesionalmente en la industria audiovisual.

Con varias películas en su haber y ya dos temporadas cerradas de la serie Jauría y a meses del estreno de La caída, filme que se estrenó por una de las plataformas, Lucía está contenta porque en Argentina se podrá ver desde este domingo por Lifetime, la primera temporada de Señorita 89, la serie que rodó en México y para cuya dirección fue convocada por los directores y productores más internacionales de Chile, los hermanos Pedro y Juan Larraín. A su vez, ellos le produjeron Los impactados, película cuya edición está en proceso. Y en su agenda laboral hay más. Según explicó Lucía Puenzo a PERFIL, “estoy cerrando la edición de una serie que filmé en México hace unos meses, después voy a Chiapas para empezar otra pre-producción; y a la vez, adaptando la novela de Cormac McCarthy La carretera; y otra novela francesa que me encargaron de Apple para filmar en la Ópera de París”. 

—Cine y series que una directora argentina como vos, hace para una audiencia  global. ¿Eso significa que es cierto ese concepto de  “contenidos  glo-cal” es decir, el combo  de concepto local, pero que pueden ser entendidos por audiencias globales? 

—Y sí… es cierto. Hace pocos años que, por ejemplo,  desde Estados Unidos parecen haber entendido que el público gringo sí puede ver películas y series que no sean en inglés. Han comenzado a buscar productos en español y cuanto más locales mejor.  Y también son modas. Por otro lado, educar a espectadores de diferentes países para que vean series y cine en su idioma original es algo que se construye de a poco. Tengo la suerte de poder escribir y editar mis series y películas, de poder elegir sus equipos y elencos. Editar la totalidad de las series en Buenos Aires, con equipos de editores con quienes trabajo hace años, no es algo menor… En estructuras tan grandes es el lugar en el que más se puede defender la marca autoral de un relato y que el pulso general sea el mismo de comienzo a fin.   

—¿Y cómo llega a vos “Señorita 89” cuya trama. centrada en un concurso de belleza en México, parece distante a la Argentina ?

—Los hermanos Larraín llegaron con esta propuesta de contar un thriller político en los 90 en México, en la época dorada de Televisa (N. de la R: la empresa de televisón más poderosa de México). Con mi equipo entramos al proyecto con todos nuestros prejuicios sobre los certámenes de belleza. Rápidamente nos dimos cuenta que Señorita 89 podía ser mucho más un thriller político sobre lo que el poder hacía con mujeres jóvenes en los 90 en México o en cualquier lugar de América Latina. 

—¿Por qué decís “en cualquier lugar de América…”?  

—Porque todavía recuerdo cuando siendo niña, me sentaba frente a la televisión y había un conductor que hacía 40 puntos de rating y les cortaba polleritas a las chicas. Todos nos reíamos, y éramos familias enteras mirando eso que, más allá de que no fuera un certamen de belleza como en Señorita 89, sí era similar la normalización de cómo se trataban las jóvenes en los medios en nuestro país. 

—¿Teniendo en cuenta “Jauría” y “La caída”, es una decisión elegir proyectos que describan distintas formas de machismo? 

—Por un lado, sí, sería ciego no verlo. Por otro, no busco ir hilando historias con un mismo eje temático aunque sí, a lo largo de los últimos años, las historias que fuimos escribiendo no es arbitrario, hay muchas en diferentes áreas que ¡oh casualidad!, se encuentran con situaciones como la de los títulos que mencionás. 

—¿Y cuál la repercusión en  México en particular de “Señorita 89”?

—La serie hizo mucho ruido y le fue muy bien tanto en México como, por ejemplo, en Europa cuando la estrenó la BBC. También se vio mucho en toda Latinoamérica y Estados Unidos. Para mí es una alegría que se pueda ver también en Argentina.

—¿Por algo en particular los hermanos Larraín querían el marco de los años 90 para “Señorita 89”? 

—Era más que nada un punto de ataque con el que podíamos hacer cualquier cosa. A mí, lo que me pasaba en los 90 con el tema de la construcción de los medios en México es que Televisa fue el mascarón de proa del resto de medios de América Latina. Y a su vez, es en el que quedan los hilos más a la luz. Es decir, por ejemplo, se invisibilizaba a la mitad de un país al construírse telenovelas y certámenes de belleza con el escenario de un México blanco, rubio, de ojos claros y heterosexual, cuando más de la mitad del país no es así. En esa televisión tampoco se contaban algunas cuestiones políticas y sí otras. Esa construcción de una historia oficial era obscena. Yo estoy escribiendo la vida de Emilio “El Tigre” Azcárraga –fallecido dueño de Televisa y quien fuera el empresario más poderoso de México–, y su historia que atraviesa a todos los conglomerados de medios de América Latina. Es algo así como la historia del “Murdoch latinoamericano”. No hay ahí solamente una cuestión mediática; es una construcción política en nuestro continente. Desde ahí se bajaban los lineamientos políticos de nuestro país. ¿Qué puede hacer más contacto que esa historia con lo que está pasando en el presente político de Argentina?

—¿Y de qué va “Los impactados”, la película que estás terminando de editar?

—Tiene que ver con sobrevivientes de impactos de rayos; hay grupos en todo el mundo y también en Argentina. Es un universo muy cercano, pero muy desconocido. Muchos de ellos tienen electrofilia, que es la adicción a electricidad.

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Fuente: Perfil

Redacción