La transformación de un baldío de recicladores urbanos a un espacio verde, público y temático
Una huerta orgánica, un invernadero, una laguna, un futuro bosque de espinillos, plantas nativas, estaciones de compostaje, áreas de descanso y un sendero que une todas las postas son tan solo algunas de las características que presenta el ecopaseo urbano que se encuentra en pleno barrio de Caballito, en Yerbal al 1400, casi esquina Nicasio Oroño.
Se trata de un nuevo espacio abierto al público que forma parte de la Cooperativa de Recuperadores Urbanos del Oeste (RUO). El lugar se habilitó recientemente y no solo se suma a los distintos talleres de reciclado que allí se dictan, sino que le da otra imagen a uno de los puntos verdes más significativos del ámbito porteño.
“Esto era un baldío que se utilizaba para que los recuperadores urbanos de la cooperativa dejaran sus carros luego de hacer la recolección. Dejaban unos 300 carros todos los días. Después de la pandemia decidimos darle otra impronta al lugar y comenzamos a limpiar el terreno. La iniciativa se encaró desde la misma cooperativa y permitió pensar en construir un parque temático relacionado con el reciclado, y así construimos el Parque de los y las Recuperadoras”, contó a PERFIL Eduardo Catalano, coordinador del RUO. “Para poder encarar el proyecto, y tras dos años de trabajo y aprendizajes, se removieron casi 4 mil m2 de hormigón para poder llegar a la tierra”, agregó.
Esta cooperativa, junto con otras once más, trabaja en la Ciudad y se encarga de recolectar de manera exclusiva los materiales reciclables secos. Fueron integradas al Servicio Público de Higiene Urbana en el año 2002, y están bajo la órbita del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana porteño.
Respecto del aprendizaje que hacía referencia Catalano, explicó que se trató de los cursos que hicieron los cooperativistas asignados a la construcción del paseo. “Lo armamos con especialistas y profesionales del INTA, del Centro de Información y Formación Ambiental (CIFA), de la facultad de Agronomía de la UBA, y ambientalistas. No dejamos nada librado al azar”.
En este sentido, el coordinador contó que si bien los vecinos vieron con buenos ojos la transformación del predio y algunos hasta ya van tomar mates o pasear sus mascotas, solo un vecino cuestionó la instalación de la laguna artificial , a raíz del brote de dengue. “Cuando vino le explicamos cómo era el sistema y de qué se trataba el proyecto. En la laguna, por ejemplo, pusimos camalotes de la Reserva Ecológica de Costanera Sur y en sus raíces vinieron huevos de libélulas, que son depredadores de los mosquitos, y huevas de “madrecitas”, que son peces nativos, con lo cual, queda claro la oxigenación que tiene la laguna, que no es agua estancada”, aseguró Catalano a este diario, durante la recorrida del parque.
Paseo. Cuando el visitante ingresa al nuevo espacio verde de Caballito, lo primero que ve es una guía de los diferentes desechos domiciliarios que se pueden dejar en el punto verde, que van desde los orgánicos e inorgánicos, compost, pilas, hasta residuos electrónicos. Después, el sendero lo lleva directamente a las distintas áreas del ecoparque. Allí se pueden ver plantas nativas, con las semillas aportadas por el CIFA, el invernadero, el futuro bosque de espinillos plantados junto a las vías del ferrocarril Sarmiento y la huerta orgánica.
En este último caso, se trata del sector más amplio del parque y en el que se encuentran plantas de tomates, habas, brócolis, pepinos y hasta sandías. También girasoles y caléndulas, un clásico de las huertas ecológicas. “Lo que se produce en la huerta es de consumo interno, ya sea en el predio o para que se lo lleven los cooperativistas. En un futuro la idea será entregar plantines de tomates, por ejemplo, a los vecinos que traigan residuos orgánicos. El bosque de espinillos será como un freno a la contaminación sonora del tren”, puntualizó Catalano.
De talleres y reciclado. Entre los talleres que allí se encuentran figuran los de Ecoarte, el de carpintería, electricidad, textil –se fabrican bolsas de friselina y los big bag para los cooperativistas que salen a la trabajar– y un sector de enseñanza, la Escuelita, en el que los integrantes de RUO completan sus estudios primarios o comienzan los de segundo nivel.
Pero también, en la sede verde de Yerbal y Nicasio Oroño los vecinos pueden participar de talleres de cerámica, huertas y compostaje y de promoción ambiental que son dictados por los propios cooperativistas.
“Me encanta lo que hicieron los recicladores. Estuve siguiendo todo el proyecto desde que empezaron. Transformaron un terreno baldío en un hermoso lugar con naturaleza para los vecinos. Además, hay actividad social; talleres de huerta, reciclado, compost. Y lo mejor es que se reinserta a la vida laboral a gente que lo necesita”, afirmó Susana Espíndola, vecina de Puán y Rivadavia, mientras pasea su mascota por el parque. “Ojalá haya más emprendimientos como estos en el resto de estos terrenos que están desaprovechados hace años”, completó Susana, mientras continuaba con el paseo matinal de ‘Pocho’, un simpático ‘salchicha’ de tres años que correteaba entre las plantas.
La historia de la cooperativa
La cooperativa se formó en 2002 y se convirtió en una de las más grandes de la ciudad junto al Amanecer de los Cartoneros y la Cooperativa Madreselva. Está formada por unos mil cooperativistas, de los cuales 600 se encargan de la recolección de desechos secos. En total vuelcan 700 toneladas por mes de material reciclado en la industria. Trabajan en zonas de Caballito, Parque Chacabuco y Flores. El predio que ocupa fue tomado originalmente y se utilizaba como “estacionamiento” de los grandes carros que usaban los recuperadores. “Los recuperadores urbanos hacen un trabajo muy importante para lograr una ciudad más sustentable. Logramos incorporar al Centro Verde un EcoPaseo con una huerta, y composteras comunitarias para que los vecinos traigan sus residuos orgánicos”, afirmó Clara Muzzio, titular del Ministerio de Espacio Público.
Punto verde
◆ Se reemplazaron 4.400 m2 de hormigón por tierra.
◆ Se sembraron 1.552 plantas nativas de 36 especies.
◆ En la entrada al predio hay un punto verde en el que se recibe aceite usado, pilas y residuos electrónicos; y cuatro composteras para que los vecinos puedan disponer sus orgánicos.
◆ La cooperativa abarca la Comuna 6 y una parte de las comunas 3, 7, 10 y 15.
◆ En el lugar se dictan talleres para vecinos: huerta y compostaje, cerámica y promoción ambiental.
También se realizan talleres productivos: ecoarte, carpintería, textil, fábrica de bolsones big bag y desechos electrónicos.
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Fuente: Perfil