25 años del suicidio de Yabrán: el empresario ‘invisible’ cuya foto le costó la vida a José Luis Cabezas
El 20 de mayo de 1998 el país se conmocionó ante una noticia inesperada: Alfredo Enrique Nallib Yabrán se había suicidado. El hombre que supo ser el empresario más poderoso de Argentina se quitó la vida en medio de una persecución legal en su contra luego de ser denunciado como el autor intelectual del asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas ocurrido en Pinamar el 25 de enero de 1997.
Yabrán, de 53 años, estaba escondido en la estancia San Ignacio, ubicada a pocos kilómetros del pequeño poblado de San Antonio en su natal Entre Ríos. El empresario era prófugo de la Justicia desde el viernes anterior a su muerte tras un pedido de captura del juez federal de Dolores, José Luis Macchi, en el marco de la causa por el crimen de Cabezas. El magistrado emitió la orden de captura para el “cartero” (como lo llamaban) luego de la declaración de la agente de la Policía Bonaerense Silvia Belawsky donde apuntó al empresario como el autor intelectual del crimen. Durante su testimonio, la mujer relató que su exesposo Gustavo Prellezzo, oficial de la misma fuerza que ella, le confesó: “¿Vos querés saber la verdad? Detrás de todo esto está Yabrán, pero no abras nunca la boca porque te van a matar”.
La historia de la foto de Yabrán que le costó la vida a José Luis Cabezas
Prellezo fue uno de los agentes que trabajaba junto a algunos de sus compañeros para las fuerzas de seguridad de Yabrán. Los miembros de la banda de ladrones reunidos por el oficial para “apretar al fotógrafo” coincidieron en que fue él quien ordenó el secuestro para posteriormente llevar a Cabezas en su coche a un descampado, donde lo hizo arrodillar y le disparó en la cabeza.
Respecto al pedido de captura del “cartero”, sus abogados defensores habían admitido el día previo que su cliente permanecería oculto “en algún lugar” hasta que la Corte Suprema decidiera traspasar el expediente a la Cámara Federal, donde esperaban que le juzgara “un juez justo”. La defensa basaba su estrategia en los supuestos móviles políticos de la persecución contra Yabrán, a quien consideraban “un rehén en la lucha entre el presidente Carlos Menem y Eduardo Duhalde (gobernador de Buenos Aires en aquel entonces) por la conducción del peronismo”. El mandatario se había mostrado cercano al magnate, a pesar de haber negado una supuesta amistad con él.
Según los diarios de la época, Yabrán estaba enterado de lo que ocurría en los tribunales en todo momento. Por ese motivo, habría comenzado a elaborar una estrategia durante el verano previo a su muerte. En ese sentido, visitó todos los campos que tenía en Entre Ríos y echó a varios de los empleados que trabajaban allí. Al momento de su fallecimiento, el “cartero” estaba acompañado en la estancia por Leonardo Aristimuño, ayudante desde hacía cinco años de Yabrán que supo ser cercano al empresario, su esposa y un custodio.
“Ya vas a ver que hoy viene a buscarme la policía”, repetía Yabrán a Aristimuño los días previos a quitarse la vida. De esa manera, el miércoles 20 de mayo de 1998 los temores del empresario se volvieron realidad. Cerca del mediodía agentes policiales de Gualeguaychú y Concepción del Uruguay llegaron a la estancia para atrapar al magnate. Al ingresar al lugar, el “cartero” se había escondido en la habitación principal y luego se encerró en el baño cuando los agentes ingresaron al cuarto. “No abran esa puerta. Adentro está don Alfredo y se va a pegar un tiro si la abren”, habría dicho Aristimuño a los efectivos que lo rodeaban. Según los primeros testigos, desde fuera de la casa se oyeron gritos: “¡No Alfredo, no, no hagas eso!”. Cuando los oficiales ingresaron, Yabrán estaba muerto: se había suicidado tras un disparo en la boca con una escopeta Baikal 12.70.
La partida de defunción del empresario constata que el hombre murió a las 12:45. A las 14, la radio LT41 de Gualeguaychú dio la primicia de la muerte de Yabrán. Apenas se hizo pública la noticia, el presidente Menem convocó a varios miembros del Gobierno a una reunión de emergencia en la residencia de Olivos.
Yabrán sale a la luz: la denuncia de Domingo Cavallo
Yabrán era oriundo de Entre Ríos e inició su carrera empresarial vendiendo software para computadoras. Para la época en que se quitó la vida, contaba con una fortuna de entre 400 y 2.000 millones de dólares tras convertirse en el dueño de Ocasa, una empresa de clearing y compensación bancaria.
Sumado a esto, era dueño de OCA, de Intercargo, la empresa que carga y descarga en los aviones, y de la firma a cargo de los Duty Free en los aeropuertos argentinos. Asimismo, controlaba negocios en depósitos fiscales, logística y concesiones en rampas aduaneras y aeropuertos por medio de diversas firmas. Su peso empresarial estaba complementado por relaciones con figuras influyentes en el mundo de la política.
A pesar de su impronta en el mundo empresarial y político, Yabrán era invisible. Su existencia era desconocida para el ojo público. Sin embargo, en agosto de 1995, el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, lo acusó ante el Congreso de liderar “una mafia enquistada en el poder”. De esa manera, el nombre del “cartero” salió a la luz. Seis años más tarde, Cavallo retractó sus dichos en un acuerdo firmado con los familiares del magnate.
Si bien se conocía su nombre, no se sabía cómo era su rostro. Hasta que en el verano de 1996, Cabezas logró tomarle una fotografía mientras caminaba por una playa de Pinamar. “Yabrán ataca de nuevo” fue el título de tapa de Noticias donde se mostraba por primera vez la figura del empresario. “Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente”, acostumbraba a decir Yabrán ante las personas que integraban su círculo íntimo.
Al año siguiente de la publicación, la banda de Los Horneros comandada por Prellezo secuestró y asesinó a Cabezas. “Tener poder es tener impunidad. Yo no me siento un hombre con poder, no me siento ni siquiera importante. En el crimen de Cabezas, hasta mi casero fue a declarar, no hubo trato preferencial”, afirmó Yabrán el 16 de marzo de 1997 en una de las pocas entrevistas periodísticas que ofreció.
El fantasma de Yabrán: los mitos que rodearon su muerte
La muerte de Yabrán estuvo rodeada de mitos. Una de las creencias más compartidas era que el empresario había fingido su muerte para fugarse a algún país. En ese sentido, una encuesta realizada por la consultora Navarro y asociados y publicada por PERFIL a dos días del suicidio reveló que solo el 27% de la población sondeada creía que la versión oficial era verídica.
En 1999, se hizo eco de la teoría de que Yabrán seguía con vida tras una publicación de la revista Veintitrés donde mostraban fotos de un hombre de gran parecido con el “cartero” en una playa de Cuba. Tres años más tarde, Clarín publicó que a fines de 2001 un hombre que dijo llamarse Alfredo Yabrán y que presentó su pasaporte argentino vendió una casa en Estados Unidos.
Sin embargo, durante la autopsia se recogieron evidencias que constataron que el cadáver recuperado de la estancia de San Ignacio era el de Yabrán. En ese sentido, se analizaron muestras de cabello, músculos y vísceras (enviadas al Servicio de Huellos Digitales Genéticas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA); se realizaron estudios dactiloscópicos y grafológicos, y se cotejó el ADN del cuerpo. En todos los casos, las pericias indicaron que se trataba del magnate.
La jueza Graciela Pross Laporte estuvo a cargo de la causa del suicidio de Yabrán. Según su investigación, el 19 de mayo, el día previo al hecho, el empresario escribió distintas cartas de despedida: algunas dirigidas a su familia, otra para su secretaria refiriéndose a cuestiones vinculadas con sus negocios y una última para la Justicia. Para la magistrada, esas misivas serían un indicio de que Yabrán había decidido terminar con su vida antes de la redada policial.
Sumado a esto, tres periodistas vieron el cuerpo de Yabrán en la funeraria La Previsora de Gualeguaychú: Manuel Lazo, Facundo Pastor y Hernán Bielza. Los tres hombres confirmaron en declaraciones a medios que, efectivamente, se trataba del empresario. “Yo pensaba que si Yabrán se había volado la cabeza no se le iba a poder ver la cara ni se le iba a reconocer el cuerpo. Cuando entré a ese cuarto estaba convencido de que no tenía que ser. Pero la cara era muy parecida…”, comentó Bielza en diálogo con AM750. “Cuando le levantamos la funda, vimos la cicatriz que tenía en el vientre por una operación de peritonitis. La cara parecía una máscara de látex pero se podían distinguir sus facciones y tenía uno de sus ojos celestes abiertos”, explicó Lazo a La Voz del Interior. “Cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos trasladando el cuerpo de Yabrán para que vaya a una camilla. Hasta ese momento no se veía nada más que una bolsa mortuoria con un cuerpo en el interior. Pero en la habitación contigua se abrió la bolsa y vimos el cuerpo de Yabrán que se pasó al cajón”, indicó Pastor a Modo Fontevecchia.
En sintonía con las declaraciones, el periodista Gabriel Michi, compañero de Cabezas en la cobertura de Pinamar al momento del crimen del reportero, también confirmó que Yabrán se había quitado la vida. “Tenía la cara hundida y, a pesar de las heridas que tenía en la parte superior de su cabeza, se podían reconocer sus facciones. Se hicieron análisis de ADN y tres periodistas vieron el cuerpo en la funeraria a la cual se lo trasladó. Investigué el tema y puedo afirmar que es imposible especular con una muerte fraguada“, mencionó a Télam.
Una de las controversias en torno a la muerte del empresario fueron los celulares que Yabrán tenía consigo al momento de su muerte. En ese sentido, según trascendió en aquel momento, el magnate tenía un celular Sony CMR1-RX100 y un dispositivo satelital Planet 1 de la empresa Inmarsat, el cual habría sido utilizado por el “cartero” para comunicarse con los “contactos importantes”. Las autoridades que estaban investigando el crimen de Cabezas esperaban hallar información relevante sobre el caso al cruzar llamados telefónicos de ese teléfono. Mientras que el primer aparato fue recuperado, el segundo nunca apareció.
Sumado a esto, la jueza Pross Laporte reconoció la existencia del artefacto, pero luego se retractó alegando que se había “confundido” y que solo encontraron el celular Sony. “Yo creía que era un satelital, pero no, era un celular. No soy experta en comunicaciones, no tengo porqué serlo además”, argumentó. Entre las distintas versiones que circularon sobre las últimas comunicaciones del empresario, algunas sostuvieron que Yabrán utilizó el Planet 1 para hablar con la policía de Entre Ríos y entregarse, que intentó negociar con políticos influyentes sin éxito y que habría recibido amenazas que involucraban a su hija Melina.
Pocos días antes de su muerte, Yabrán había redactado una solicitada titulada “Mi nombre es Yabrán”, en la que reafirmaba su inocencia y criticaba a Cavallo. “En un país en donde casi nadie hace plata trabajando, fui denunciado como mafioso por el más corrupto e hipócrita de los funcionarios con desmedidas ambiciones políticas y un excelente pasar económico que, sin duda, no podría justificar. Poco después de las denuncias del ‘Jefe de los Coimeros’, un espantoso crimen común fue politizado. Por unos y por otros. Y también utilizado para tapar otros hechos aún más terribles, como el bombardeo de la AMIA. José Luis Cabezas perdió la vida. Yo sólo perdí la libertad de seguirme dedicando a mis negocios, que dan trabajo a muchos argentinos en distintos lugares del país. Ahora, a punto de perder la libertad por un crimen que no cometí, ni ordené, ni supe que se había cometido hasta que me enteré por los medios, he debido transformarme en un prófugo para no ser víctima de los mismos que asesinaron a Cabezas, armaron las pruebas, aportaron falsos testigos y compraron jueces. Pero mi nombre es Yabrán y los que me conocen saben que no pienso escaparme (…) Mientras tanto, que gran parte del periodismo no se olvide de Cabezas al condenar socialmente a un inocente“.
El 2 de febrero del 2000, el Tribunal de Dolores cerró la investigación por el crimen del reportero gráfico, condenó a un grupo de expolicías de Pinamar a reclusión perpetua por el asesinato y confirmó que el instigador del homicidio había sido Yabrán. “Prefiero morir antes de que mis hijos me vean esposado entrando en la cárcel“, fueron las últimas palabras del “cartero” según sus allegados. A 26 años del crimen de Cabezas, todos los implicados se encuentran en libertad, siendo que ninguno cumplió la totalidad de su pena.
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Fuente: Perfil