Ramona Ponce: a un mes del hallazgo de su cuerpo como NN, siguen las dudas sobre su muerte
“La causa avanza a cuentagotas”, dice Vanesa, la hija de Ramona Ponce, quien fue hallada enterrada como NN después de estar desaparecida durante más de cuatro años, sin ningún tipo de indicio en su búsqueda. Desde que sus hijos y su esposo fueron notificados de la noticia pasaron casi cuarenta días y todavía esperan: una novedad, alguna certeza, y, sobre todo, esperan disponer de sus restos para finalmente poder despedirla.
Ramona “Telma” Ponce desapareció el 23 de diciembre de 2018 en Paso del Rey, partido de Moreno, provincia de Buenos Aires. Su cuerpo fue hallado en el partido de Merlo el 2 de enero de 2019 por un nene que estaba en la zona, ubicada a poco más de 400 metros del sitio donde fue vista con vida por última vez.
El expediente por la averiguación de paradero de Telma estaba a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio N° 8 de Moreno, y se determinó que debía derivarse a la fiscalía Nº7 de Morón –que abarca el distrito de Merlo– e investigarse allí, donde se la encontró, como “averiguación de causal de muerte”.
“Hasta hoy, que pasó más de un mes, solamente aceptaron el traslado del expediente desde Moreno, pero supuestamente cuando les llegue nos dijeron que se van a declarar incompetentes”, explica a PERFIL la hija de Telma, que vive en España y mantiene constante comunicación sobre la causa con su hermano Omar, que además es abogado.
Vanesa cuestiona, con bronca y angustia, que sigan las dilaciones para poder saber qué pasó con su mamá, en qué circunstancias apareció sin vida diez días después, y cómo tuvieron que pasar años para que la fiscalía fuera notificada del hallazgo, que se constató meses después con una prueba de ADN. Mientras tanto, hasta esa noticia que lo cambiaría todo, con su hermano difundían los datos de su desaparición, todavía con la esperanza de encontrarla con vida.
Son varios los puntos que llevan a la familia a cuestionar las actuaciones en la investigación: en enero de 2019, a pocos días del hallazgo del cuerpo –al que se enterró como NN en el cementerio de Santa Mónica en Merlo– se realizaron rastrillajes en la zona del río Reconquista. Una de las hipótesis que manejaba la fiscal a cargo del caso en ese momento, Gabriela Urrutia, era que Ramona se había descompensado y cayó al agua. Vanesa explica que ese procedimiento se hizo cerca del puente que cruza el río y separa Merlo de Moreno, y que incluso participó personal de la policía de Merlo. “¿A nadie se le ocurrió hilar un dato con el otro?”, dice.
La fiscalía de Moreno, además, enviaba escritos a distintas jurisdicciones para averiguar si hubo algún hallazgo. A mediados de 2021 se le notificó sobre un cuerpo que podía ser Ramona Ponce, pero había un dato que lo ponía en duda: fue encontrado en un grado de descomposición que indicaba que llevaba fallecida más de 45 días, y ella había desaparecido apenas diez días antes. En diciembre de 2022, desde la fiscalía se evaluó la posibilidad, pidieron el cotejo de esos datos con los de Ramona, y en abril de este año dio positivo.
Ahora la familia de Ponce reclama a la Justicia que libere el acta de defunción para poder disponer de sus restos: piensan en trasladarla, o quizás hacer una misa para despedirla, pero nada de eso pueden hacer todavía. “Lo que queremos es el certificado de defunción. No podemos sacarla del cementerio donde está, estamos pendientes de eso. Yo estoy indignada, ¿qué vamos a esperar, cuatro años más?”, dice.
El caso de Ramona Ponce: sus últimas horas antes de desaparecer
El 23 de diciembre de 2018, domingo al mediodía, Ramona salió de su casa quinta en la calle Concejal Roca N° 160 de la ciudad de Paso del Rey, ubicada en el partido de Moreno.
Ramona y su esposo vivían solos en Capital Federal e iban a ese domicilio en Paso del Rey –ubicado en el Gran Buenos Aires, a más de 40 kilómetros de la ciudad– en el verano y pasaban allí las fiestas desde hacía 40 años.
En su patio, Telma tenía un árbol de paltas que regalaba siempre que le pedían, y después de llevarle algunas a una vecina, un joven le pidió algunas para su mujer embarazada. Según la reconstrucción de lo sucedido, Ramona insistió en acompañarlo en el trayecto de vuelta a su casa, y caminaron juntos hasta el puente, el último lugar donde se pudo ver a la mujer con vida, el último rastro certero de su paradero que hubo hasta el hallazgo de su cuerpo.
Esa misma tarde, después de salir a buscarla por el barrio, su hijo y su marido hicieron la denuncia. Creían que podía estar por la zona: Ramona había salido de su casa sin elementos que le permitieran ir mucho más lejos; no llevaba plata, ni tarjeta SUBE. Sólo sus llaves.
El 20 de agosto de 2019, el Ministerio de Seguridad dispuso una recompensa para quien pudiera aportar datos sobre el paradero de Ramona Ponce, y en agosto de 2022 se incrementó –por un aumento general que decretó el Ministerio– a 1.000.000 de pesos.
Por esos tiempos, Ramona Ponce se estaba sometiendo a análisis y pruebas a nivel neurológico, y si bien no era definitivo, el diagnóstico posible era demencia semántica. Sus hijos descartaban por completo la posibilidad de que su mamá hubiera querido irse por voluntad propia, y debido a que su salud estaba bajo observación, consideraban la posibilidad de que se hubiera desorientado y, al querer regresar a su casa, algo le hubiera ocurrido.
Con sus amigas, Vanesa había armado un cronograma para consultar cada semana en hospitales y morgues, por la posibilidad de que Ramona estuviera internada o hubiera sido hallada sin vida pero no hubieran podido identificarla. Casi un presagio de lo que finalmente ocurriría. Repitieron ese esquema durante los primeros meses de 2019, hasta que dejaron de hacerlo por la falta de respuestas. La incertidumbre sobre el paradero de Ramona Ponce se mantuvo durante más de cuatro años, y su caso aún tiene más preguntas que respuestas.
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Fuente: Perfil