A un año de la invasión a Ucrania, cómo ven la guerra artistas ucranianos y rusos
En veinte días se cumple un año de la invasión rusa a Ucrania, algo que ya se denomina como guerra, incluso “mundial de baja intensidad” o “fría de tercera generación”. Más allá del nombre, el horror del suceso bélico resulta más que evidente, destacándose un fenómeno que sí remite al término hipermedia: así como está en la televisión, también se encuentra a mano, a través de las redes sociales, por fotos y videos. La acumulación de este flujo de imágenes adormece nuestra percepción de lo que ocurre entre los combatientes y la población civil.
Un video reciente, filmado desde la bodycam de un soldado ruso, muestra cómo se acerca por la retaguardia a la pequeña trinchera donde dos soldados ucranianos, uno herido, discuten con quien los amenaza con el arma. Estos gritan, ni siquiera apuntan con sus armas, y el soldado ruso dispara. Los ejecuta. En los comentarios a la publicación en la red social nadie observa que se trata de un crimen de guerra, que los mataron porque sí, que no tuvieron oportunidad de ser prisioneros. ¿Puede el arte despertarnos ante semejante brutalidad?
Contrarrestar este fenómeno social y semejante secuela cultural excede a la trascendencia de cualquier obra de arte, incluso a su función dentro de la estructura que incumbe a esta página. Pero el intento artístico también implica desafiar límites, y así lo entiende la galería de arte Dox (dox.cz), ubicada en Praga, que desde el 12 de diciembre pasado al 16 de abril próximo da su espacio a la muestra El dolor de los demás.
La exposición cuenta con pinturas, fotografías, elementos de arte gráfico, videos e instalaciones de los siguientes artistas, tanto contemporáneos como históricos: Hans Peter Alvermann, Ali Arkady, Christian Boltanski, Dario Bosio, Wilhelm Brasse, Sergey Bratkov, Jacques Callot, Robert Capa, Stefano Carini, Maurizio Cattelan, Dagmar Demming, Otto Dix, Roger Fenton, Abel Gance, Francisco Goya, Stanley Greene, Gottfried Helnwein, Nikita Kadan, Zhanna Kadyrova, Bohuš Kubinský, Sasha Kurmaz, Kateryna Lysovenko, František Novák, Marsel Onysko, Claus Otto Paeffgen, colectivo Partia Miortvykh, Gerhard Richter, Andrés Serrano, Tim Shaw, Chaim Sokol, Bohdan Sokur, Lena Stroganova & Alina Dykhman, Alexander Tinei, Rosemarie Trockel, Nick Ut, Matvei Vaisberg, Jitka Válová, Vasilij VasiljevičVerešcagin, Alina Yakubenko, Yoōsuke Yamahata y Kamila Ženatá. Los curadores son: Leoš Válka, Otto M. Urban, Michaela Šilpochová, Tomáš Glanc y Stefano Carini.
Según los curadores, Ante el dolor de los demás, de Susan Sontag, es el punto de partida estético y político de esta muestra. “Sontag escribió su ensayo analizando fotografías de guerra y cómo los medios las usan para afectarnos. Sabemos indirectamente que algo monstruoso está sucediendo en algún lugar cercano, pero no tenemos acceso a ello. Y este es el punto de partida de la exposición. Habla de creación artística y evoca cosas monstruosas: momentos, hechos, crímenes, procesos. Durante los primeros meses de la guerra me parecía que las bellas artes y la literatura tenían que hacer un paréntesis. Pero con el tiempo, esa impresión cambió”. Así lo explica el curador Tomáš Glanc, quien agrega: “Estoy en contra del boicot al arte ruso. Cuando los artistas ucranianos insisten en este punto, por supuesto escucho los argumentos, pero para mí es a priori inaceptable, porque conozco, por ejemplo, la obra de Chaïm Sokol, que ha trabajado el tema de la violencia durante muchos años”.
Se destacan las fotos del colectivo artístico ruso Partia Miortvykh (La Fiesta de los Muertos), que registran sus performances contra el régimen en el poder, cuestión que colocó a uno de sus fundadores, Maxim Evstropov, como enemigo de Rusia y persona buscada. Esto junto al diario visual del ucraniano Bohdan Sokour, estudiante en Brno, ciudad que abandonó para incorporarse al frente de batalla, desde donde envió su “diario” a la galería. Allí retrata a las víctimas de los combates, pero olvidando el lenguaje del arte moderno de la segunda mitad del siglo XX para adoptar un estilo gráfico característico en niños pequeños, ganando en expresividad por la fragmentación que producen el sufrimiento y el riesgo mortal.
El marco histórico se construye con grabados de la serie Los desastres de la guerra, de Francisco de Goya , que evocan la crueldad del agresor napoleónico en España hacia 1808; la Segunda Guerra Mundial, con Gerhard Richter y Otto Dix (cuyo trabajo fue declarado por los nazis “arte degenerado”); Christian Boltanski en torno al Holocausto; así como obras sobre las guerras de Irak y Chechenia. No existe aquí una reproducción del Guernica de Picasso, tal vez por temor a que el invasor lo tome como un desafío y actualice el motivo de la obra cubista.
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Fuente: Perfil